Bailándole a la vida
A veces me siento muy denso, tanto, que el peso de mi cuerpo atraviesa la Tierra a través de un agujero negro y aparece en el otro extremo de la vía láctea.
En otras ocasiones no tanto, y así camino por encima de la superficie terráquea.
Y hay momentos que soy tan ligero que me elevo y casi desaparezco.
Y en los tres estados intento bailarle a la vida.
En soledad, en compañía y en multitud.
Y mi cuerpo está pleno de luces y de sombras, y lo observo y no me da miedo mostrarlo, tanto cuando oscurece como cuando brilla.
Y no me escondo ni tampoco me da reparo, en soledad, en compañía y en multitud,
Sigo considerándome un eterno aprendiz galáctico, viajero en evolución y un corazón aparentemente tranquilo, que en el fondo es salvaje, Salvaje porque está vivo y se rebela en contra de las estúpidas normas sociales sin el más mínimo sentido.
Y sigo bailándole a la vida.
Y no a gusto de todos. Y me expreso y escribo experiencias que en contadas veces insinúan a terceros actores. Y no voy a renunciar a ello. Forma parte intrínseca de mí.
Mi esencia de niño poeta salvaje de las estrellas no escatima mostrar sus intimidades, y no puede ser de otra manera si quiero seguir considerándome auténtico.
Y lo auténtico pica porque las verdades escuecen. No a todos, evidentemente.
E intento seguir bailándole a la vida.
Y las normas sociales y las creencias de la mayoría te dicen que vayas con cuidado a la hora de abrir tu corazón. Y está claro por qué…
Nos da miedo mostrar nuestra vulnerabilidad porque nos pueden hacer daño.
Si disuelvo capas de mi armadura y muestro mi limpio y palpitante motor rojo de mi pecho, luce un sol tan grande que deslumbra a un planeta entero. Al hacerlo, me siento pequeñito, vulnerable y frágil, aún así no voy a renunciar a ello.
Hace años, Alguien me dijo: déjala antes de que te deje ella… y no la deje, y desapareció.
Y no me deshago totalmente de esas creencias que dicen que vaya con pies de plomo, que insinúan que a veces vivo en una especie de cuento o fantasía.
Estoy aprendiendo a bailarle a la vida, aunque en ocasiones la música no acompaña.
Cuando miro frente a frente a otros ojos, mis inseguridades las veo reflejadas en ellos, y creo que son suyas y no mías. Aunque la mayoría de veces se reparten entre las dos personas.
Bailarle a la vida pide entrega y lanzarse a la piscina, sin pensar si tiene poca o mucha agua. Si pienso que tiene poca, no lo haré, y si me aseguro de verla llena, continuaré en mi zona de confort.
Bailarle a la vida es moverse con fluidez hacia todos los lados, hacia delante, atrás, derecha, izquierda, arriba y abajo, agacharse y saltar, encogerse, estirarse y deambular por el espacio al ritmo de la música de la vida.
La música de la vida ofrece muchos viajes, y dependiendo de mi baile, haré pocos o muchos.
Nací en 1959, de crío viví en los 60 y de adolescente y joven en os 70. Transcurrieron los años 80, 90, 2000,y ahora estoy en el 2020 y sigo viajando y no voy a dejar de hacerlo.
Bailándole a la vida y viviendo millones y trillones de instantes que jamás volverán a repetirse, porque el tiempo es lo más valioso que tenemos, y cada vez quiero vivirlo de la manera más auténtica posible, a pesar de mis inseguridades y de las que veo reflejadas en otros ojos.
El baile de la vida nos trae multitud de experiencias y matices, y muchas personas a nuestras vidas. Y no hay más remedio que tomar decisiones y elegir que dirección tomamos cuando aparecen las intersecciones. No puede ser de otra manera, el universo está en constante cambio y nosotros con él. No existe nada plano en la vida, si fuera así no existiría el baile de la vida y nos quedaríamos inmóviles y congelados. A pesar de ello hay multitudes que lo están.
Mi aspecto físico no refleja mi edad, la auténtica la llevo en la actitud con la que le bailo a la vida.
Voy a seguir bailándole a la vida hasta que emita el último suspiro y la fortaleza de mi corazón salvaje me permita moverme y desplazarme a través del espacio que ven mis ojos.
Y lo voy a hacer tanto si me siento tan denso que el peso de mi cuerpo atraviese la tierra a través de un agujero negro y aparezca en el otro extremo de la vía láctea, como caminando por encima de la superficie terráquea, como cuando la ligereza me eleve casi hasta desaparecer.
Toni Arellano
DJ ecstaticorazonsalvaje
09/09/2020