Desdibujado. 19/11/2021

Titular este escrito desdibujado es algo superficial. Decir desdibujado es expresar que siento estar derritiéndome, como cuando se pone plástico en un recipiente al fuego y se deshace. También podría decir desaprendiéndome, igual a  quitarme capas obsoletas y caducas.

Eso de “capas” da mucho de sí.

Percibo contaminación y residuos en mi carácter y forma de comportarme, y unos son antiguos y otros no tanto. Voy avanzando en mi viaje vital y, al día de hoy, me doy cuenta de que no me conformo con la autoimagen e imagen que supongo tienen de mí el resto de personas con las que me relaciono. Reclamo mi derecho a pensar y decidir libremente, eso sí, siempre desde el respeto hacia los demás.

No soy la misma persona ahora que la semana pasada y, más si me comparo con la que era hace 3 años. Las células y neuronas de mi cuerpo se han renovado, e igualmente lo ha hecho mi consciencia.

Me gusta, encanta y resuena profundamente la frase de viajeros en evolución, la misma que lleva de título mi último libro. Eso es lo que me considero ahora y con el añadido de corazón salvaje; tampoco renunció a ese ciudadano galáctico con el que tanto me identificaba anteriormente. Ciudadano galáctico, viajero en evolución y corazón salvaje… tres aspectos personales, y lo que más me gusta es los he elegido yo y no otras personas. Esto forma parte de mi preciada libertad cuando decido pensar y decidir libremente sin condicionamientos.

Indago y buceo en las profundidades de ese iceberg que es mi mente, cotorra o frecuencia de radio, y encuentro muchos cadáveres. Cosas, objetos, recuerdos, vivencias, experiencia, personas que ya no habitan esta realidad y con las que estuve muy unido, y utilizo la palabra de cadáveres porque ya no existen en el presente. Creo que todas las personas cargamos con multitud de ellos. Y evidentemente nos condicionan en nuestro día a día.

No sé si me estoy volviendo un escéptico… al convertirme en ello, pierdo la fe en la humanidad y no siempre me gusta, aunque forme parte de mi libre pensamiento. Y tampoco me siento mal ni culpable, todo lo contrario, conecto con mi espacio interior donde habita el “observador” y lo ve normal. Me declaro contradictorio y, en mayor o menor medida, todas las personas lo somos. Contradictorios y neuróticos.

De lo que más he aprendido no ha sido de la meditación, el yoga, talleres de crecimiento personal y diferentes formaciones alternativas, lo que más me ha aportado han sido mis experiencias directas con las personas y más con la familia y distintas parejas, siempre que he puesto la atención y las he visto como un espejo donde reflejarme y sentir que se cocía dentro de mí al hacerlo. Eso sí, mi gran cambio personal se produjo gracias a la aparición del kundalini yoga en mi caminar.

No le quito valor a ninguna herramienta que pueda ayudar a una persona, lo que si personalmente pienso es que se sobredimensiona muchas veces el hecho de meditar, hacer yoga, diversos talleres y otras experiencias similares… La persona más sencilla del mundo puede dar lecciones sobre cómo vivir el aquí y ahora. ¿Cuántas veces se dice o escribe: “si en realidad todo es muy sencillo o fácil…” ¿Y cuánto lo complicamos?

Vuelvo a la frase de “viajeros en evolución” y me resuena que, ahora mismo, la Humanidad al completo se halla en proceso de transformación… ¿Hacia dónde nos dirigimos? ¿Están realmente capacitadas las personas que nos controlan para decirnos lo que tenemos o no que hacer? ¿Hasta qué punto hemos de obedecerles? ¿La justicia es la misma para todas las personas? ¿Tiene sentido la existencia de monarquías, religiones, poderes políticos y fácticos, estamentos públicos, fondos que controlan el flujo económico y social, y tantas otras organizaciones… ¿Qué ejemplo dan a la Humanidad?

Esas personas viven en su realidad, muy distinta a la del resto. Y no es que haya recursos para toda la población de la Tierra, al contrario, hay de sobra, siempre que el reparto sea justo y equitativo. Lo que ocurre que el ser humano, evolutivamente, por decirlo de alguna manera, es muy primitivo todavía. Los instintos más primitivos dominan al ser humano, y actuamos como si viviéramos todavía en las cavernas.

Dinero, poder, fama, sexo…

¿Cuánto poder tienen estas cuatro palabras?

¿Y cuánta superficialidad hay en nuestro día a día?

El poder lo tienen las personas, lo que ocurre es que están divididas, y quienes mueven los hilos del poder lo saben.

Divide y vencerás.     

Desde el inicio de los tiempos.

Y no podemos llegar a imaginar el gran poder que hay dentro de cada persona que habita este hermoso y azulado planeta llamado Tierra.

No nos lo creemos.

Y así me siento, con mi personal e intransferible película. No es que no me crea la que nos están vendiendo desde el mes de marzo del 2020, es que no me creo otras tantas que intentan colocarnos. Me quieren con miedo en el cuerpo y así no reaccionaré, me quedaré congelado y agacharé la cabeza. Quieren que actúe dócilmente, que sea una persona que no piense por sí misma… Y sabéis que os digo, que me niego…

Y me niego porque comprendo que soy un ser libre y con la capacidad de utilizar mi discernimiento y ecuanimidad, aunque a veces me haya supuesto tomar decisiones difíciles y decir no a ciertas “comodidades”.

Estoy en el momento vital que estoy sin que ninguna persona me haya regalado nada, porque entiendo que lo que se me ha dado ha venido del universo y era para mí, igual que otras experiencias no lo eran. Mi consciencia no me la ha aportado la universidad ni tener títulos… Mi despertar ya estaba escrito en algún sitio y no tiene nada que ver con lo mundano.

El verdadero HOGAR, el que yo entiendo como auténtico, no es el sitio donde nací ni las viviendas que he habitado, es el sitio a donde irá mi consciencia cuando mi cuerpo deje esta realidad y sea comido por los gusanos. Y no creo en ninguna religión, y sí en la espiritualidad.

Considero, retomando las palabras del filósofo francés Pierre Tielhard de Chardin: “No somos seres humanos viviendo una experiencia espiritual; somos seres espirituales viviendo una experiencia humana”, que precisamente todas las personas que habitan la Tierra, unos 7800 millones, somos espirituales.

Ciudadano galáctico, viajero en evolución y corazón salvaje.

Toni Arellano. 19/11/2021

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