No soy muy prolífico escribiendo y para mí no es lo más importante, la calidad siempre estará por encima de la cantidad.
Siento que faltan pausas en el ir y venir diario de la mayoría de personas, yo, por suerte y porque me lo he currado, no estoy incluido en este grupo.
Lo de indignado va por mi hartazgo con la clase política y quienes promueven un modelo económico injusto; y lo de escéptico, porque dudo o desconfío de los medios masivos de comunicación y de todas las creencias comúnmente admitidas. Nos tienen adormecid@s y domesticad@s.
Mi indignación va mucho más allá del enfado y la rabia, me nace del profundo pozo de ver una extendida injusticia social y que nunca será igual para todo el mundo la aplicación de la mal llamada justicia.
Mi escepticismo nace de observar la aplicación de esa mal llamada justicia, la irreverente distribución de la riqueza mundial y la sumisión ciudadana bajo una muy dudosa democracia.
Podría tirar de muchos hilos, aunque voy a seguir por uno muy concreto, llamémosle mundo espiritual y mundo no espiritual, acepción con la que no estoy de acuerdo y ya entraré a detallarlo más adelante.
Me doy cuenta que la contradicción forma parte de mí, no solo la contradicción, sino muchas más facetas, cuestiones, sensaciones, percepciones, matices, patrones… y sobre todo: creencias. Ellas son las que tienen más fuerza y las que más me condicionan, a mí y a tod@s. Dicen los sabelotodo que una vez instalada una creencia en el subconsciente, queda para toda la vida en la mente. Y aquí es donde está el quid de la cuestión… ¿Puedo o podemos ser capaces de desinstalarla?
Como popularmente se dice: es muy heavy. Y es que lo es en grado superlativo. Y así nos va. Y quienes “mueven los hilos del poder”, lo saben. Y nos tienen enfrentados. Y si seguimos así, la partida la tienen ganada ellos.
Quien no quiera verlo que no lo vea, también hay que respetar la ceguera, aunque con todo el montaje que llevan desde la crisis inmobiliaria, la plandemia del Covid y ahora la guerra entre Ucrania y Rusia… Nos están engañando y tomando el pelo a lo bestia. Y esto nos afecta a toda la población del planeta, seamos o no espirituales.
Y aquí he llegado a donde quería llegar: mundo espiritual y mundo no espiritual.
La realidad mundana en la que vivimos es la misma para todas las personas, seamos de un sitio u otro, de culturas o religiones diferentes, estratos sociales diversos y distintas edades. La única diferencia es cada cual tiene su propia, única e irrepetible, mirada de la vida marcada por sus creencias. Ellas nos programan para comportarnos como el sistema desea.
Siento que hemos de entender, comprender e integrar que el barco en el que navegamos es el mismo, y podríamos llamarle planeta Tierra. Venimos a esta realidad con lo puesto y marcharemos de igual manera, es igual que se tengan muchas propiedades, dinero, poder o fama.
Existen multitud de maneras de tomarse la situación actual y, claro, depende de las circunstancias personales de cada persona. Para saberlo habría que caminar con los zapatos de cada una de ellas, o sea, vivir sus personales e intransferibles experiencias. Por mucho que me digan, oiga o lea, si no he vivido esas experiencias, no puedo opinar o decir que yo haría esto o lo otro… El dinero, fama y poder corrompen a la naturaleza humana y muy pocas personas llevarían su honestidad, honradez e impecabilidad hasta el final.
Mundo espiritual y no espiritual… ¡Qué chorrada! Y no hablemos del ego del mundillo espiritual, y lo digo por propia experiencia personal. Mi maestro de kundalini yoga me dijo que el peor ego era el de las personas espirituales, y al día de hoy le doy totalmente la razón. Cuántas personas de buena pasta han caído en la telaraña del mundillo espiritual. A mí me pasó. Y aprendí a utilizar el discernimiento y la ecuanimidad, y sigo intentando guiarme por mi intuición, ella es muy sabia. ¿Qué es lo que me hace sentir cómodo y qué es lo que me hace sentir incómodo? Claro, más allá de lecturas terapéuticas que le dicen a un@: es que tienes resistencias.
Bueno, retomo, un poco el inicio.
Me siento indignado y escéptico porque tengo la sensación de que nos están llevando al huerto todas esas elites y títeres gobernantes que no quieren renunciar a sus privilegios bajo ningún concepto porque viven muy bien. Y much@ de ell@s están comprad@s o sobornad@s bajo amenazas de hacer público hechos reprobables, a veces ciertos y en ocasiones falsos.
Me siento indignado y escéptico porque hablamos mucho, yo me pongo el primero, y la mayoría no hacemos nada o bien poco para cambiar las cosas.
Me siento indignado y escéptico porque desconfío del grado de consciencia que al día de hoy, un llamado 20 de octubre de 2022, existe en la Tierra.
Me siento indignado y escéptico porque no nos creemos que el auténtico poder lo tenemos la ciudadanía de a pie, la que tiene que buscarse el pan cada día, y que podríamos paralizarlo todo desde la no violencia.
Me siento indignado y escéptico porque es sumamente difícil eliminar o cambiar las creencias instaladas en la mente humana. Somos capaces de matarnos entre nosotr@s mism@s y más el género masculino. Por naturaleza, una madre no enviaría a su hijo a la guerra, salvo que sus creencias instaladas se lo indiquen.
Intento que la indignación y el escepticismo no me lleven al enfado y la rabia, esto baja mi vibración, soy plenamente consciente de ello. Y si baja mi vibración, las falsas creencias ganan fuerza en mi mente.
Siento que la humanidad continúa caminando y que, aunque desapareciera, la vida seguiría y posiblemente bajo formas diferentes. El ego humano se comporta como si fuera el omnipotente y eterno Dios sobre la Tierra, y en realidad somos una especie más de las tantas que habitan la bonita y hermosa bola azulada.
¿Cuánta belleza y hermosura si miramos a nuestro alrededor?
Si lo hacemos con los ojos del corazón y no de la mente. Es cuestión de sentir más que de pensar. Seguimos muy desconectad@s, no ya de las otras personas, si no de nosotr@s mism@s.
¿Qué necesita una persona para sentirse bien y razonablemente feliz?
Pocas cosas, y una de ellas es el contacto y la interacción con otras personas, en su justa medida, porque también hay que aprender a estar bien un@ sol@ para poder compartirlo con l@s otr@s.
¿Cuánta contradicción en lo que me gustaría que fuera y lo que en realidad es?
Una de los factores que más activa en mí la indignación y el escepticismo es la injusticia. Me cimbrea y sacude potentemente. Hay de todo para tod@s en este inigualable planeta que habitamos y un@s poc@s acaparan todas las riquezas sin importarles las vidas de miles de millones de personas.
Mi sentir es que no lo vamos a solucionar estando adormecid@s, ni tampoco solo practicando meditación o yoga, o cualquier otra disciplina terapéutica. Estoy de acuerdo que nos va a ayudar personalmente a estar mejor esto último, aunque si seguimos dóciles y sin actuaciones concretas bajo las que tomemos el control pacíficamente, no va a cambiar nada. Hablar de la 5ª dimensión o de que naves voladoras vendrán a rescatarnos, me suena a chino. Es mi opinión, siempre respetando a todas las otras, y que igualmente me respeten. Quien no me respete, lo siento, no le respetaré, lo obviaré. Sería muy adecuado y conveniente que cada persona se empoderará por sí misma. No más miedo y sí más libertad.
Banyeres del Penedès, 20 de octubre de 2022