«La energía vital de la propia vida» se encarga de enviarnos mensajes. Es la que nos guía e indica por donde tiene que caminar cada persona. A lo largo del sendero aparecen señales que nos resultan más o menos familiares y que nos resuenan internamente. En el punto en que me encuentro ahora percibo una necesidad interior efervescente de compartir «mi personal visión de la realidad» a través de mis crónicas. Plasmar mis inquietudes internas escribiendo es la forma de aportar a los demás una ínfima parte de lo que «la energía vital de la propia vida» mueve dentro de mí.