Súper Yogui – 17/06/2017

A primeros de abril de este mismo año 2017 tuve unas molestias en el pecho que me venían de meses atrás. Me diagnosticaron un infarto de miocardio, estuve unos días ingresado en un hospital y me implantaron un stent en una arteria del corazón a través de un cateterismo.

Posteriormente hubo dos comentarios que me hicieron gracia, ambos de amigas diferentes.

—Es lo último que hubiera pensado de ti. Jamás me habría imaginado que pudieras padecer un infarto —dijo una.

—Sí, tú mucha respiración y mira lo que te ha ocurrido —dijo la otra.

Y 7500 millones de personas viven su día a día bajo las mismas leyes humanas.

La mirada en la tercera dimensión, mundo físico donde vivimos, se rige por las creencias, y éstas, funcionan programadas por un software que ha ido tomando forma desde el mismo momento en que nacimos. Todo hay que catalogarlo y ponerle etiquetas. En occidente sé es de una manera determinada, en oriente de otra, en los polos diferente, en África distinto, y en las antípodas, lo contrario del punto donde estemos. Cada cultura tiene sus características y cada color de piel su singularidad. Geográficamente los puntos cardinales están marcados por sus condiciones climáticas, incluso dentro de un mismo país. Tanto en el Norte como en Sur, sus habitantes, se comportan condicionados por las temperaturas, éstas moldean sus caracteres. Observando a la Humanidad a través de un gigantesco microscopio y adentrándose en el interior de ella aparecen más diferencias. Cada ciudad tiene sus propias particularidades y cada núcleo humano se identifica por propios rasgos. Cada capa social asume comportamientos concretos y las edades marcan diferencias evidentes. Y toda la información que nos llega induce a crear la mirada en el mundo de la tercera dimensión.

Las mismas leyes humanas son iguales para los 7500 millones de habitantes que pueblan la Tierra.

El alumno observa al profesor de yoga como si de un ser superior fuera. Cree que puede con todo, incluso con la enfermedad, y que dispone del poder de cambiar a su antojo la realidad cotidiana. El ojo humano varía su criterio dependiendo en que circunstancia se halle. La queja, tomarse personalmente las cosas, las suposiciones, el juicio y la crítica, deambulan incrustados en las conexiones sinápticas del mundo físico de la tercera dimensión. Ahí andamos, haciendo lo que podemos y creando camino al andar.

©Antonio Arellano García.

 

 

Deja un comentario